Dinámica de grupos Comunicación con Otros
Adaptado de
Stevens, John (1976) “El Darse Cuenta”. Ed. Cuatro Vientos, Santiago de
Chile.
El poema
"Extranjero" me conmueve profundamente cada
vez que lo
leo. Sé que muchos de mis contactos con otras personas
son superficiales y
deshonestos. También sé lo profunda y sólida
que puede ser la
satisfacción de un contacto honesto, cuando dos personas
están dispuestas a ser ellas mismas completamente. Lo importante es
cómo. ¿Cómo podemos
deshacernos de la separación
y la soledad?
Mucho se
ha escrito sobre la confianza y el amor, sobre que
si uno
puede construir una relación amorosa basada en la confianza.
En este caso las personas podrían ser honestas unas con otras. Yo creo que
esta
idea es
exactamente al revés. Es una sensación muy placentera si tengo confianza y
amo
a alguien, pero si no lo siento así, ¿qué puedo hacer? Confianza
y amor son mis respuestas
emotivas hacia otra persona, y esas respuestas
no pueden inventarse. O siento amor o no lo siento. Poner todo
el énfasis
sobre la confianza y el amor conduce mucha
gente a
fingir que siente
confianza y amor "porque es saludable, y proporcionará intimidad,
honestidad, etc.", creando un nuevo terreno
a la falsedad y deshonestidad de su comportamiento.
La honradez, sin embargo, es un
comportamiento y es algo
que puedo
elegir o no. No puedo decidir amar o confiar, pero puedo
decidir
ser personalmente honesto o no. Y cuando elijo ser realmente
honesto y digo lo que vivencio y lo que siento, estoy demostrando que puede
confiarse en mí. Para poder hacer esto, primero
tengo que
ser honesto conmigo mismo, tomar contacto con mi vivencia
y hacerme responsable de ella, comunicándola. Ese es el
único
tipo de comportamiento
que puede motivar confianza. Confianza es mi respuesta a una persona que
conozco y a la que
sé que puedo creer.
Aunque me disguste una persona, puedo creerla
si es honesta conmigo, y
puedo respetar su deseo de ser honestamente
como es. Cuando me respeto y tengo suficiente confianza
en mí como para ser
honestamente yo mismo, los otros responden con
confianza y respeto.
Asimismo,
la honradez no siempre obtiene amor en respuesta,
pero es
absolutamente esencial para el amor. Cuando soy honestamente
yo mismo, y tú reaccionas cálidamente y con interés, entonces
existe amor. Si calculo y me comporto falsamente a fin de complacerte,
puede que tú ames mi comportamiento
pero no puedes
amarme a mí
porque oculto mi existencia real detrás de ese comportamiento
artificial. Aún si amaras mi comportamiento ficticio,
no podría
recibir realmente tu amor: estaría viciado por la certidumbre
de que ese amor se dirige a la imagen que he creado y no
hacia mí. Además,
tendría que estar continuamente en guardia para
asegurar la conservación
de tal imagen y, de ese modo, impedir que
desaparezca tu amor. Y
puesto que me aíslo de tu amor de tal manera,
me sentiré más solo y sin amor, e intentaré manipularte y
manipularme más
desesperadamente todavía para conseguir ese amor.
Esa es la trágica falacia de todo comportamiento
basado en la fantasía
y las imágenes, basado en la intención y el manejo. Siempre
que me maneje para
obtener una cierta respuesta o reacción por tu
parte, sé que tu
respuesta no está dirigida a mí,
de modo que es muy
poca la satisfacción que me brinda. ¡Tanto esfuerzo para
lograr una respuesta que
nunca puedo disfrutar realmente! Por
el contrario, cuando
honestamente soy yo mismo y tú reaccionas
ante mí tal como soy en
ese momento, puedo recibirlo completamente
y tener la satisfacción
de estar relacionándome realmente contigo. Este
modo de relacionarse honestamente no siempre es agradable
o feliz —a veces, es triste, otras, enojoso, etc.— pero es siempre
consistente y real, vitalmente vivo.
La comunicación es muy simple en términos del darse
cuenta. Tengo que
darme cuenta de mi propia existencia, estar dispuesto
y ser capaz de hacer
que tú te des cuenta de mi experiencia: tengo
que enviar mensajes
claros sobre mi darme cuenta, mis experiencias,
sentimientos, necesidades, etc. Y tengo que estar alerta, también,
de los mensajes que tu transmites, abriéndome para recibir
tu expresión de tu darse
cuenta. Una buena comunicación es necesaria
porque con frecuencia necesito de otras personas para satisfacer
mis deseos y necesidades. Frecuentemente, otras personas son la
fuente de mis mayores
alegrías y buenas experiencias, tanto de
necesidades cotidianas
y básicas, tales como comida, techo, etc. como de necesidades de relación y
autorrealización. Cuando
tú y yo estamos realmente en contacto con nuestro vivenciar
y ambos lo expresamos
directamente, no hay problemas en comunicarse.
Los problemas surgen cuando nuestras palabras son utilizadas
para otros propósitos que no sean una clara comunicación
del darnos cuenta. Las palabras pueden emplearse para
castigar, tranquilizar, manejar, confundir, hipnotizar, ocultar, adormecer,
dominar,
implorar, pedir, rechazar, engañar, etc.; la lista no tiene fin.
Tiro al
aire*
Nunca las
creas. Recibe mis palabras, querida,
como el
mundo oculta la huella del campamento del hombre,
como el
aire acepta la era del aire, como el tiempo soporta los relojes.
Hablo como
un niño taimado arrojando piedras inútiles,
como un
perro gruñendo a una rueda; mis balas iluminan la noche
de un
soldado que rastrea la selva - por terror.
Judson Jerome.
* De "Light In the West" de Judson Jerome, Golden Quill Press, Francestown,
N. H., 1962, p. 18.
Cuando se
emplean las palabras con otro propósito que la
comunicación directa de la experiencia, generalmente causan mayores
confusiones en una situación ya de por sí difícil. Tanto tú
como yo
comenzamos a creer las palabras y perdemos contacto con
nuestra
vivencia y con lo que realmente está sucediendo entre nosotros.
Muchas de nuestras palabras sirven para aislarnos, tanto
del contacto con los otros como de nuestras propias vivencias.
A causa de esto, puede resultar muy útil disponer de un
período durante el cual
se prohíban absolutamente las palabras,
salvo en caso de
emergencia. Cuando necesites comunicarte, trata de
hacerlo de un modo no
verbal, siempre que sea posible. Emplea
ese tiempo silencioso
para incorporar y recibir experiencias que de
otro modo se hubieran
ahogado o apartado mediante las palabras.
Nota cómo vivencias ese
silencio. Date cuenta de qué quieres decir
y de qué impulsos te
llevan a hablar. Si hablaras por descuido, date cuenta de
lo que dices. Ve hasta
qué punto realmente comunicas algo con esas
palabras, y hasta qué punto son sonidos inútiles. Comienza disponiendo
de algo así como una hora diaria de silencio. Intenta una
comida en silencio y vea cuántos sabores, texturas y gustos de la
comida estuviste perdiéndote como resultado de charlas
continuas, y ve
de qué otra cosa te permite darte cuenta el silencio.
A menudo el contenido —el sentido habitual de las
palabras dado por el diccionario— es irrelevante para lo que realmente está
siendo
expresado. A menudo, el mensaje real, la expresión honesta,
sincera, se encuentra en la misma voz, en el tono, el
volumen, la
velocidad, las vacilaciones, etc. Cuando una persona está fanfarroneando,
por ejemplo, no importa que hable de béisbol, botones, abejorros
o ranas. El verdadero mensaje es la demanda transmitida
por el tono de voz:
"¡Mírenme y respeten lo grande que soy: cuánto
sé y cuánto hice!" El
siguiente experimento puede ayudarte a sensibilizarte más respecto a lo que
se comunica por la voz en sí, independientemente
de las palabras.
Escucharse la voz
Forma
pareja con alguien con quien te gustaría estar y conocer
mejor... Cierra los ojos ahora y sentaos juntos... Quiero que
mantengáis
los ojos cerrados para eliminar la visión, de modo que estéis obligados a
usar vuestros otros sentidos. Mantened los ojos cerrados
hasta que os pida que los abráis. Quiero que en silencio
toméis
contacto con la experiencia de tener los ojos cerrados... Notar
qué sentís físicamente... y daros cuenta de cualquier imagen o fantasía
que aparezca...
Ahora quiero que os contéis el uno
al otro como ha sido de la experiencia de tener los ojos cerrados y,
mientras hacéis eso,
dirige tu atención
sobre tu propia voz y la de tu compañero. Quiero
que os deis cuenta
particularmente de las voces y de lo que expresa
la voz en sí. Mirar a ver si podéis prestar atención a
las palabras del otro
como si hablara un idioma
extranjero que no entendéis, de modo
que la única manera de
entender el mensaje es atendiendo el énfasis,
el tono, las vacilaciones, etc. Haced esto durante unos cinco
minutos...
Cada uno
de vosotros, expresar ahora lo que has notado respecto de
tu voz y de
la de tu compañero. Se muy preciso acerca de lo
que
realmente notaste en la voz, y además di cómo te sientes al respecto,
tu reacción ante ello y tu impresión sobre lo que te parece.
Por ejemplo: "Soy
consciente de cuán suavemente hablas; me siento
adormecer mientras
atiendo a tu voz, como si escuchara una canción
de cuna". Tomaos unos cinco minutos para hacer esto...
Jerga-galimatías
Abrir los ojos
ahora; miraos a la cara, frente a frente. Ahora
quiero que
comencéis a hablaros el uno al
otro en un lenguaje completamente inventado.
Haz cualquier sonido
que desees, que suene vagamente a
hablar algún idioma, pero que no
sean palabras en ningún idioma
que tu sepas. Por ejemplo: ¡Rajgrol azt gronglek gasel! Esa
es
mi jerga; quiero que
descubras cómo es la tuya. No intentes
llevar a cabo una
conversación con sentido: simplemente habla un guirigay. Mira a los ojos de tu
compañero mientras haces esto. Comienza
ahora y di una jerigonza, una serie de frases en un lenguaje inventado a tu
compañero. Toma conciencia de cómo te sientes mientras hace esto... Ahora
intercambiar posiciones siendo el compañero el que dice frases en su propia
habla inventada y sin sentido mientras mira a los ojos de su interlocutor.
Ahora
terminar con la jerigonza. Cierra los ojos... y toma contacto
con tu experiencia física... Abre los ojos y dile a tu compañero
qué sientes, que experimentaste mientras os decíais frases el
uno al otro...
Probablemente
vivenciaste cierta desgana al decir la jerigonza
y cierta
timidez: un sentirse "tonto", "estúpido", "necio" cuando lo
hiciste. Quiero
que seas plenamente consciente de lo molesto de correr
el riesgo de
parecer "tonto", y que te tomes un par de minutos para imaginar deliberadamente
qué pasaría si realmente te hubieras convertido
en un tonto y un necio. Imagina lo peor que podría haberte ocurrido si lo
hubieras hecho... Ahora tómate un minuto o dos para
compartir tu fantasía con tu
compañero...
Probablemente
imaginaste que alguien te juzgaba y reprendía por
tu tontería y
necedad. Me gustaría que te des cuenta de que te estás
juzgando a tí
mismo en tales fantasías. Tú te estás exigiendo
no aparecer
como un tonto y un necio. Otra forma de describir esto
es diciendo
que por lo menos está de algún modo molesto —aunque
sea temporalmente— por renunciar a tu imagen
de persona cuerda,
racional y
equilibrada.
Discute ahora
estas ideas con tu compañero para ver si tienen sentido para ti y coinciden con
tu experiencia...
Ahora volved
a hablaros en jerigonza uno al otro. Vea si puedes
dejar atrás tus
sensaciones de timidez como para disfrutar y expresarse
realmente en el galimatías. Di a tu compañero qué
estás
experimentando: tu incomodidad, qué percibes de él, de qué eres
consciente
cuando le miras la cara, etc., pero en lugar de decírselo
con palabras, díselo con sonidos sin sentido. Mientras lo hace, toma conciencia
de cómo suena tu galimatías y el de tu compañero.
¿Cuál es tu
impresión de lo que está siendo expresado en esos sonidos?
Puntualmente cierra los ojos y centra realmente tu atención
en los sonidos de su diálogo
de jerigonza y note qué siente físicamente.
Díganse jerigonzas mutuamente durante algunos minutos...
Tómate ahora
unos pocos minutos para contarle a tu compañero
con palabras cómo
experimentaste tu propia jerigonza y cómo experimentaste
la de él. ¿Cómo son esos sonidos y qué te expresaron?
Trata de describir realmente las características y esencia de
esos sonidos.
Por ejemplo: "Mi galimatías es medio
debilucho. Mi
voz suena floja, inútil, como el quejido de una oveja",
o sea di como percibiste tu experiencia...
Identificación con la voz
Ahora decidir rápidamente quién es A y quién es
B... Quiero
que ambos
cerréis los ojos y los mantengáis cerrados hasta que os
pida que los abrais. Quiero que
A atienda a su propia voz, se
identifique
con ella y la describa, diciendo qué expresa como
si fuera
su voz.
Por ejemplo:
"Soy mi voz. Soy suave y lenta y subo y bajo
de intensidad.
Soy un poco suplicante, como si estuviera pidiendo
algunas cosas..." Si te
trabas, simplemente repite "Yo soy mi voz..." y
préstale atención y ve qué puedes descubrir respecto de tu voz.
Mientras
A hace esto, quiero que
B permanezca en
silencio y atienda muy
cuidadosamente a la voz de su compañero. Date cuenta de
las características reales
de la voz en sí, y nota cualquier sensación, impresión o imagen que detectes
mientras escuchas esa voz.
Haced esto durante algunos
minutos...
Ahora cambiar. A
escucha en silencio, mientras
B se identifica con su voz y
se describe durante varios minutos... Abrid los ojos ahora y dedicar un par de
minutos a contaros qué notasteis mientras uno escuchaba la voz del otro, y las
imágenes que te vinieron a la mente mientras atendías. Trata de expresar tanto
las
características reales de los sonidos como lo que esos sonidos, vacilaciones,
etc., te comunicaron...
Diálogo Padre-Hijo
Quiero que ahora A
sea un padre y B
sea un hijo. Hablaos el
uno al otro
como si realmente fueran padre e hijo. Inventad lo que
queráis. Mientras lo haceis,
toma conciencia de lo que dices, qué te expresas en la voz, cómo te sientes y
cómo interactúas con tu compañero.
Tómate unos cinco minutos para hacerlo...
Ahora cambiad: B
es el padre y A el hijo. Tened otra conversación de cinco
minutos entre vosotros, y daos cuenta de lo que
sucede
mientras lo haceis...
Siéntate ahora
tranquilamente a reflexionar sobre tu experiencia...
Date cuenta qué clase de padre y de hijo eres. Como padre, ¿eres frío,
autoritario, perspicaz, amante, intrigante, etc.?
Como hijo, ¿eres quejica,
jactancioso, rebelde, agradable,
descarado, etc.? Trata de
darte cuenta de los detalles de cómo jugaste
tu rol paterno y filial.
¿Cómo vivenciaste a tu compañero cuando se
convirtió en padre y en
hijo?... Dedica unos cinco minutos a explorar
esto...
Probablemente
te enfrascaste en un cierto tipo de diálogo de
lucha por el
poder. Habitualmente el padre trata de controlar al
hijo mediante
órdenes y amenazas, mientras que el niño intenta
eludir ese
control mostrándose indefenso, olvidadizo, o disculpándose,
etc. Esta manera de evadir el control también es controlar.
Puesto que el
padre se ve frustrado en sus intentos de que el niño
haga cosas, él
tiene que hacer muchas de esas cosas por sí mismo.
El control es
uno de los factores más importantes en las relaciones,
particularmente en las relaciones conflictivas. Es importante descubrir
quién controla a quién, y cómo se ejerce ese control. Los intentos
por controlar, ¿son exigencias abiertas o manejos disimulados?
¿Acaso una persona le pide a otra que le haga lo que él fácilmente
podría hacer por sí mismo? ¿Las exigencias y el control
son posibles
o imposibles? ¿Acaso una persona pide a otra que le
proporcione
algo que ningún otra persona tiene la posibilidad de darle, como
paz o
felicidad? ¿Son las exigencias claras y específicas, como "Cierra
la puerta al entrar" o vagas, como "No me molestes"?
Recuerda
ahora el diálogo padre-hijo que acabáis de tener y explora el aspecto del
control en este diálogo. Como padre, ¿cómo
intentaste
controlar a tu hijo? Como hijo, ¿cómo intentaste eludir el
control
paterno, y cómo controlaste a tu padre? ¿Fue una lucha abierta
por el
control o algo disimulada? ¿Eran tus exigencias vagas o específicas,
posibles o imposibles? ¿Qué otra cosa notaste respecto al
control en esa relación?
Tómate unos pocos minutos para hablar
de esto...
Siempre que
haya gente junta, sus acciones o no acciones afectarán
a cada uno, y en este sentido siempre existe control en una
relación. Con
todo, hay una gran diferencia entre dos personas que
se responden
mutuamente y dos personas que se
manejan una a
otra; es la
diferencia que hay entre una danza y una lucha. Cuando
yo te respondo
a ti, estoy en contacto contigo y permitiendo
que yo mismo
fluya y acontezca sin pensar. Cuando yo te manejo,
estoy pensando acerca del
futuro y esforzándome en planear y controlar
mis acciones a fin de producir la respuesta que quiero de
tí. Para controlarte a ti
tengo que controlarme a mí. Yo soy
la primera víctima en mi
lucha por controlarlarte. Siempre
que me oculto estoy
interfiriendo mi propio funcionamiento: manejándome
a fin de manejarte. Cuanto más hago esto, más molesto
y falso es mi funcionamiento
natural.
Cuando intento controlarte, me vuelvo controlado de
otra manera: tan pronto como
quiero controlarte, tu puedes valerte
de eso para controlarme a mí. Puedes tratar de conseguir lo que
quieres de mí, ocultándome
lo que yo quiero de ti, y puedes decepcionarme,
frustrarme y castigarme si yo no te lo concedo. Y quedo
completamente atrapado y
controlado en mi lucha por controlarte.
Algunas
exigencias plantean una paradoja contradictoria en
sí misma que
nos atrapa a ambos. Si te digo, "No seas tan obediente"
no hay modo de que pueda
satisfacerme. Si usted obedece la exigencia,
está siendo obediente y si la ignoras, continúa comportándote del
modo que me disgusta. Todo
mensaje de este tipo, que nos coloca
en una situación imposible,
es llamado doble vínculo. Otro ejemplo
es "Quiero que me dominen". Si trato de obedecer tu petición,
tu requerimiento me domina a
mí. Las situaciones donde surgen
con mayor frecuencia los
doble vínculos son aquellas donde se
nos exige un comportamiento
que por naturaleza es espontáneo,
como "Debes respetarme", "Sé espontáneo" y "Debes amarme"*.
Algunas
exigencias son completamente unilaterales y toman la forma de "Lo que es bueno
para mí es malo para ti". "No seas
egoísta"
realmente significa "Permíteme ser egoísta; hazlo del modo
que yo
quiero". "No seas tan terco", significa "Cede, de modo que
yo pueda seguir
siendo terco".
La única
salida de esta lucha destructiva por el control es
mediante el darse cuenta.
Puedo darme cuenta de todos los detalles
de la lucha en sí y de mi parte en esta locura controlada. Puedo
darme cuenta de
lo que quiero de ti y de cómo estoy más preocupado
respecto de tu futura obediencia que de tu realidad presente.
Puedo darme cuenta de cómo me pongo rígido y me refreno,
prestando mucha atención a mí
darme cuenta de mis reacciones
físicas. Un malestar físico
es frecuentemente un síntoma de deshonestidad,
la señal de que no me estoy expresando completamente.
Prestando atención a mi
malestar, puedo descubrir cómo me manejo
y me falseo a fin de
controlarte.
Mejor será que
prestes atención a ti mismo. Si interrumpes
el contacto con
tu vivencia y permaneces un rato contigo puede que descubras
algo más. Intenta luego expresarlo como mi vivencia
y no como una
acusación o alguna otra exigencia velada. Por ejemplo, podría descubrir
que estás tensando tus hombros y brazos y apretando los dientes, y mientras
fijas tu atención sobre eso, podrías darte cuenta
de que sientes
rabia. Si digo "Usted es un mamón", lo acuso, lo
culpo y le
exijo que cambie para que me haga sentir mejor. Puedo
asumir mayor responsabilidad
respecto a mi sentimiento si simplemente
lo expreso como
mi vivencia "Estoy enojado
por lo que usted hizo".
* Para mayores
detalles y excelentes ejemplos de éste y otros aspectos
importantes de la comunicación, véase An Anthology
of Human Comunication de Paul Watzlawick, Science
and Behavior Books, Palo Alto,
1964.
Si permanezco
con ese sentimiento de enojo puedo descubrir más detalles al respecto. Puedo
descubrir que mi enojo en este momento
tiene características sólidas e inflexibles, como si expresara
"No acepto su
proceder". O puedo descubrir que mi enojo en este
momento tiene
características de desamparo y lamentaciones como
si pidiera "Por
favor, ayúdeme; por favor no vuelva a hacerlo".
Si continúo
vivenciando lo mismo, puedo notar que mis hombros
se alzan como
defendiéndose de un golpe, y puedo darme cuenta
que estoy
temiendo sus represalias. O puede que capte una fuerte
imagen de
alguna situación anterior en mi vida y me dé cuenta
de que por lo
menos parte de mi enojo es en respuesta a esa situación
no resuelta más que a la situación presente. Permaneciendo
con mi
conciencia de lo que estoy vivenciando, puedo ir aclarando
gradualmente
lo que está sucediendo en esta situación.
El mayor obstáculo a este proceso es la alienación de mi
experiencia, haciendo
a otros responsables de ella en lugar de asumir
la plena responsabilidad. Una vez más, es la diferencia entre
expresarme yo mismo y
manejarlo a usted para qué haga algo por
mí. Casi todo comportamiento
o emoción puede ser o una expresión libre o un intento de hacerlo sentirse
obligado. Llorar puede
ser una efusión de pena o
una petición de ayuda.
Ejercicio del libro "El darse cuenta" de John Stevens
Los puntos suspensivos indican pausas
COMUNICACIÓN CON OTROS EN FORMATO WORD
COMUNICACIÓN CON OTROS EN FORMATO PDF