TENGO QUE Y ELIJO QUE, NO PUEDO Y NO QUIERO, NECESITO Y QUIERO, TENGO MIEDO DE Y
ME GUSTARIA
Tengo que y Elijo que
Forma pareja con alguien y siéntate frente a esa persona.
A lo largo de todo el experimento mira la cara de esa persona y
háblale directamente. Alternaos en decir frases que comiencen con
las palabras "Tengo que...". Haz una larga lista de cosas que tienes
que hacer. (Si haces este experimento solo, di las frases en voz
alta e imagina que las estás diciendo a alguna persona que conoces.)
... Tómate cinco minutos, aproximadamente, para hacerlo...
Ahora retrocede a las frases que dijiste y reemplaza el "Tengo
que..." por "Elijo..." y altérnate con tu compañero diciendo
estas frases. Di exactamente lo que dijiste antes, salvo en el comienzo de la
frase. Donde antes empezaba por “Tengo que” ahora debe empezar por “Elijo”.
Me gustaría que te des cuenta de que tienes el poder de tomar
una decisión, aún en el caso de que esa elección sea entre alternativas
indeseables. Tomate tiempo para darte cuenta como experimentas
cada frase que comienza con "Elijo..." Luego repite esta frase e inmediatamente
agrega cualquier frase que se te ocurra a continuación.
Por ejemplo, "Elijo conservar mi empleo. Me siento protegido
y seguro". Tomaos nuevamente unos cinco
minutos para hacer este ejercicio...
Ahora dedica unos cinco minutos para contarle a tu compañero
qué has vivenciado haciendo esto. ¿Tienes alguna experiencia
real de tomar responsabilidades por una
elección propia, alguna sensación de
despertarte ligeramente de tu auto hipnosis, algún descubrimiento
acerca de mayores poderes y posibilidades? ...
No puedo
- No quiero
Turnaos ahora para intercambiar frases que comiencen con
las palabras "No puedo..." Tómate unos cinco minutos para hacer
una larga lista de cosas que no puedes hacer...
Retrocede a todas esas frases recién dichas y reemplaza el
"No puedo..." por "No quiero..." Alterna con tu compañero la formulación
de estas frases. Di exactamente lo que antes dijiste, salvo
en las palabras iniciales, y luego tómate tiempo para recapacitar
sobre cómo te sentiste diciendo cada frase. ¿Es algo realmente imposible,
o es algo posible que te niegas a hacer? Quiero que te
des cuenta de tu capacidad y poder de negación. Luego repite esa frase que
comienza con "No quiero..." y agrégale cualquier otra
frase que se te ocurra a continuación. Tómate unos cinco minutos en
esta tarea...
Ahora emplea algunos minutos en contaros qué habéis experimentado
haciendo esto. ¿Sentiste alguna sensación de fuerza al asumir la responsabilidad
de tu negativa, diciendo "No quiero..."? ¿Qué otra cosa
descubrió?...
Necesito - Quiero
Túrnate con tu compañero para decir frases que comiencen
con las palabras "Necesito..." Tómate unos cinco minutos para hacer
una larga lista de tus necesidades...
Retrocede ahora a las frases que acaba de decir y reemplaza el
"Necesito..." por "Quiero..." alternando con
tu compañero en la formulación de las
mismas. Di exactamente lo que anteriormente
dijo, salvo en dicha modificación, y luego
date tiempo para tomar conciencia de
cómo te sientes diciendo cada frase. ¿Se trata de algo
que realmente necesitas o es algo que
quieres, pero puede sobrevivir
fácilmente sin ello? Quiero que te des cuenta de la diferencia
entre algo que realmente necesitas, como aire y alimentos, y otras cosas que
quiere y son muy agradables y bonitas, pero no absolutamente
necesarias. Luego repite esa frase que comienza con "Quiero..."
e inmediatamente agrega las palabras que se
le ocurran. Tómate unos cinco
minutos en esta operación...
Ahora emplea algunos minutos en contar a tu compañero
qué experimentaste haciendo el ejercicio. ¿Sentiste algún tipo de alivio o
libertad al comprender que algunas de tus "necesidades" realmente
son conveniencias? ¿De qué otra cosa tomaste conciencia?...
Tengo miedo de - Me gustaría
Comienza a intercambiar frases con tu compañero que comiencen
con las palabras "Tengo miedo de..." Dedica cinco minutos
aproximadamente para hacer una larga lista de cosas que
temes intentar...
Vuelve ahora sobre todas esas frases y reemplaza "Tengo miedo
de..." por "Me gustaría..." alternándote con tu compañero en la formulación
de las mismas. Di exactamente lo que dijiste anteriormente,
salvo en la modificación comentada, y luego tómate tiempo para tomar
conciencia de cómo te sentiste diciendo cada frase. ¿Qué es lo que te
atrae hacia ese riesgo y cuál es la ganancia posible? Quiero que
te des cuenta de que muchos de tus miedos ocultan la satisfacción
de importantes deseos. Luego repita la frase que comienza con "Me
gustaría..." y agrégale cualquier frase que se te ocurra. Emplea
unos cinco minutos para hacerlo...
Ahora emplea algunos minutos en contar a tu compañero
qué has experimentado haciendo el ejercicio. ¿Se dio cuenta de algunos de los
deseos y ganancias posibles que sus miedos le impiden lograr?...
¿De qué otra cosa se dio cuenta? ...
Siempre que digo "Tengo que", "No puedo", "Necesito" o
"Tengo miedo" me hipnotizo creyéndome menos capaz de lo que realmente
soy. "Tengo que" me convierte en esclavo, "No puedo" y
"Tengo miedo de" me debilitan y acobardan, y "Necesito" me hacen
desvalido e incompleto. Siempre que digo "Elijo", afirmo que tengo el poder de
elegir, aun cuando continúo eligiendo de la misma manera
que antes. Siempre que digo "No quiero" afirmo mi poder
de negación y, frecuentemente, tomo
conciencia de las grandes reservas de
energía escondida y disfrazada útiles para resistir. Claro
que resulta posible decir "No quiero" con
una vocecita sumisa que dejará en evidencia ante todo el mundo que el verdadero
sentimiento es "No puedo". Cuando
esto ocurra puedo tomar conciencia de mi
tono de voz y asumir la responsabilidad de
esta expresión mía. Es mi deseo de
identificarme completamente con mi experiencia y mis
acciones, y de ser responsable de lo que
siento y hago, lo que otorga un sentido de poder y capacidad. Cuando digo
"Quiero" puedo comprender que aunque muchas
de las cosas que deseo podrían ser muy
agradables y cómodas, son conveniencias y
no necesidades. Y que puedo
arreglármelas muy bien sin ellas. Inclusive, puedo llegar a
darme cuenta que las satisfacciones de
algunas de las cosas que tan
arduamente procuro no merecen la mitad del esfuerzo que me
exige lograrlas. Cuando digo "Me gustaría"
puedo darme cuenta que experimento atracción tanto como miedo. Puedo
entonces estimar las posibles ventajas
tanto como los perjuicios posibles de aquello
que temo intentar. Puedo darme cuenta que cada riesgo tiene aspectos positivos
así como negativos.
Un aspecto del crecimiento es descubrir que muchas cosas
son posibles y que hay muchas alternativas para enfrentarse con el
mundo y satisfacer necesidades. El verdadero problema es que la mayoría de la
gente cree que no es capaz y cree que no hay alternativas.
Y que estamos en contacto con nuestras creencias y desconectados
de la realidad. En lugar de interactuar con la realidad
y correr ciertos riesgos, nos hipnotizamos
con nuestras fantasías de lo que no
es posible, y con las catástrofes que pasarían si intentáramos otra cosa,
etc. Toma conciencia de lo que dices y de cómo hablas, y mira si puedes
descubrir otras maneras mediante las cuales te estás hipnotizando, creyendo
que eres menos de lo que eres: menos capaz, menos sensible, menos
fuerte, menos inteligente, etc.
Normalmente expresamos nuestros sentimientos y experiencias a través de nuestra
actitud física y nuestros movimientos. En
algunas experiencias fuertemente emocionales, todo nuestro cuerpo
está implicado. En la alegría todo nuestro
cuerpo tiende a movilizarse en
diferentes actividades: sonreír, bailar, cantar. Ante
el miedo, todo nuestro cuerpo, o se
inmoviliza y vuelve tenso, o reacciona
activamente, corriendo. Con otras experiencias, sólo determinadas partes del
cuerpo expresan lo que sienten. Tal
vez sólo mi boca sonríe, mi nariz se
frunce disgustada, mis pies golpetean con impaciencia, o la tensión en mi
cuello o puño expresa mi cólera.
La mayoría de nosotros evita experimentar ciertos sentimientos
y otros aspectos de nuestra existencia que son incómodos o dolorosos,
o que puedan ocasionar una respuesta desagradable por parte
de otras personas de nuestro entorno. Cuando evito la conciencia de
lo que estoy sintiendo, también tengo que evitar la conciencia de
cómo mi cuerpo expresa el sentimiento. Generalmente esto implica una
interrupción parcial o total de los movimientos que normalmente
expresarían el sentimiento. Si me siento colérico y comienzo a
cerrar los puños y tenso mi brazo y mi pecho
para golpear, sólo puedo interrumpir esta actitud tensando los músculos
que se oponen a este movimiento. La tensión
resultante aún sería una señal de que
hay algo que procura expresarse, de modo que también puedo evitar ser
consciente de esta tensión dirigiendo mi
atención a cualquier otra cosa y
perdiendo conciencia de esas partes de mi cuerpo.
Si quiero recuperar la conciencia de lo que siento, resulta ser
útil revertir el proceso dirigiendo deliberadamente la atención a
las partes de mi cuerpo que se encuentran tensas o tienen muy poca
sensibilidad. Explorando las zonas de tensión o de falta de sensaciones
en mi cuerpo, puedo recuperar conciencia de esos sentimientos.
La dinámica “Darse cuenta de la Cara”, “Diálogo de las manos”, “Diálogo del
síntoma” y “Dialogo del síntoma con lo otro” puede brindarle cierta experiencia
al respecto.
Adaptado de Stevens, John (1976) “El Darse Cuenta”. Ed.
Cuatro Vientos, Santiago de Chile.