EL PIONERO   1

 

Comienzo leyendo atentamente Lucas 4, 14·30:
el regreso de Jesús a su aldea natal.


Contemplo la aldea de Nazaret. ..
su ubicación
... las casas...
la sinagoga
... la fuente...


Observo el alboroto que se organiza
a medida que se propaga el rumor
de que el joven profeta vuelve a casa ...
Observo también el escepticismo ...
Jesús ocasiona división hasta en su aldea ...
incluso en su ausencia ...


No sólo divide a los buenos de los malos,
sino incluso a los buenos entre sí,
pues observo que hay personas
que están en contra de él de buena fe,
personas que parecen tener buenas razones
para oponerse a él.
Escucho los razonamientos de una de esas personas
que no parece mala ni por asomo ...


Estoy sentado en la concurrida sinagoga
y puedo sentir la tensión, la expectación,

m
ientras Jesús lee el pasaje de Isaías
y lo comenta ...
Incluso los que están en su contra parecen impresionados por las palabras de gra
cia
que fluyen de sus labios ...
Me encanta ver cómo les ha conquistado ...


Y me da pena cuando Jesús pasa a zaherirles ...
¿Por qué se obstina en provocar el enfrentamiento? ..
.


Observo el furor de la multitud
y veo con tristeza
cómo lo expulsan de la aldea ...


Ahora estoy sentado a solas con Jesús
después del suceso anterior.
Yo, el discípulo, estoy lleno de interrogantes.
El, el Maestro, responde. «¿De dónde sacas el valor?», le pregunto.
«¿Nunca sientes miedo?»


«¿ Por qué te enemistas con ellos?» ...


«¿Cómo es que tu propia gente no te reconoce?» ...
«¿ Soy yo de los que no te reconocen?» ...
Y en respuesta, Jesús me muestra a personas
con las que convivo
y cuya santidad no soy capaz de ver,
porque me fijo demasiado en sus insuficiencias y defectos ...

Y
me indica también algunos hechos,
escogidos al azar,
al objeto de que se abran mis ojos
y pueda yo comprobar hasta qué punto
son portadores de una Gracia
que yo no he sabido reconocer,
porque me parecían sumamente vulgares ...


Y mi última pregunta:
«¿Llegaré alguna vez, Señor, a acceder
a la fuente de donde fluyen tus palabras
y tu sabiduría? ..
¿Conseguiré algún día dar con el manantial de donde brota tu valor?»
¿Qué dice Jesús a todo esto?

 

Los puntos suspensivos indican pausas. 

Si este ejercicio se realiza en grupo, al final del mismo debe ofrecerse un espacio para que, quien quiera, pueda comunicar lo que se ha vivido. Después de esto, en nuestro grupo solemos dejar un tiempo para pedir o dar gracias a Dios. 

Si el ejercicio se hace de forma individual, suele ser muy útil dedicar un tiempo a escribir lo que se ha experimentado. Esto ayuda a integrar la experiencia y a profundizar en ella. De lo contrario, puede que al poco tiempo hayamos olvidado todo lo que descubrimos con ocasión del ejercicio. Sin embargo, si hay poco tiempo, es mejor hacer el ejercicio tal cual y, si se puede, en otro momento escribir sobre él.

 

Notas:

1 Ejercicio "La Conclusión" incluido en Tony de Mello, S.J (1984) "El manantial" (pp. 114-116)

Ed. Sal Terrae.

 

EJERCICIOS DE ORACIÓN

 

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