LA INSEGURIDAD 1

 

Pienso en las ocasiones en que estoy vivo...

y aquellas otras en que estoy muerto...

 

Considero atentamente

los rasgos que adopto

en unas y en otras ocasiones...

 

La vida aborrece la seguridad,

porque la vida significa arriesgarse,

exponerse al peligro,

incluso a la muerte.

Dice Jesús que quien desee salvar su vida,

la perderá;

y que quien esté dispuesto a perder su vida,

la salvará...

 

Pienso en las veces

en que he rehusado arriesgarme...

en que me encontraba cómodo y seguro...

Momentos en que me he quedado estancado.

 

Y pienso en aquellas otras veces

en que me he atrevido a arriesgarme...

a cometer errores...

a ser un fracasado...

y un loco...

a ser criticado por los demás...

cuando me he atrevido a correr el riesgo

de salir lastimado...

y de lastimar a otros...

¡Entonces estaba vivo!

 

La vida es para el que se aventura.

El cobarde perece.

 

La vida está reñida con mi manera de percibir

lo que es bueno y lo que es malo:

tales cosas son buenas y deben buscarse;

tales otras son malas y deben evitarse.

Comer del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal

significa la exclusión del paraíso.

He de aprender a aceptar todo cuanto

la vida pueda traer consigo, el placer y el dolor,

la pena y la alegría.

Porque, si me cierro al dolor,

entonces perece mi capacidad de placer

— me endurezco a mi mismo

y reprimo lo que considero

repugnante e indeseable,

y en esa dureza y en esa represión

están la rigidez y la muerte.

 

Por tanto, decido experimentar el momento presente

en toda su integridad,

sin llamar buena o mala a ninguna experiencia.

Pienso en aquellas experiencias

que me infunden temor...

y, en la medida de mis posibilidades,

permito que se produzcan

y dejo de oponerles resistencia...

 

La vida va a una con el cambio.

Lo que no cambia, está muerto.

Pienso en las personas fosilizadas...

Pienso en las ocasiones en las que

yo mismo he estado fosilizado...

sin cambio alguno, sin novedad:

siempre los mismos viejos y caducos conceptos

y normas de comportamiento,

la misma mentalidad, las mismas neurosis,

los mismos hábitos y los mismos prejuicios...

 

Las personas muertas tienen

un miedo connatural al cambio.

¿Qué cambios se han producido en mí

durante los últimos seis meses?

¿Qué cambios se producirán hoy?...

 

Concluyo este ejercicio

observando la naturaleza que me rodea:

tan flexible,

tan fluida,

tan frágil,

tan insegura,

tan expuesta a la muerte...

¡y tan viva!

 

Observo durante bastantes minutos…

Los puntos suspensivos indican pausas.

 

Si este ejercicio se realiza en grupo, al final del mismo debe ofrecerse un espacio para que, quien quiera, pueda comunicar lo que se ha vivido. Después de esto, en nuestro grupo solemos dejar un tiempo para pedir o dar gracias a Dios.

 

Si el ejercicio se hace de forma individual, suele ser muy útil dedicar un tiempo a escribir lo que se ha experimentado. Esto ayuda a integrar la experiencia y a profundizar en ella. De lo contrario, puede que al poco tiempo hayamos olvidado todo lo que descubrimos con ocasión del ejercicio. Sin embargo, si hay poco tiempo, es mejor hacer el ejercicio tal cual y, si se puede, en otro momento escribir sobre él.

 

Notas:

1 Ejercicio "La inseguridad" incluido en Tony de Mello, S.J (1984) "El manantial" (pp. 127-130)

Ed. Sal Terrae.

 

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